Erase una vez un lugar donde la justicia estaba representada por hombres y mujeres independientes de los gobiernos que iban cambiando de color como el que se gira a favor del viento. Dicen que en ese lugar, hace ya mucho tiempo, hubo injusticias, muertes, atrocidades, genocidio. Pero nadie se acuerda ya, o nadie quiere acordarse, o a nadie le dejan acordarse.
Pues hay recuerdos dolorosos para uno mismo por conllevar pérdidas personales, en los que los sentimientos no se pueden reprimir. Pero también los hay dolorosos para el bienestar propio por ser recuerdos de cosas horribles que se han hecho y se han tapado impunemente, aprovechando una situación favorable, en la que el pisotear las libertades parecía algo necesario para mantener el poder, y cuando hay elementos en la sociedad cuyo único objetivo en la vida es el poder, hacen lo que sea. Aunque peores son los que, sin atreverse a llegar a cualquier extremo, dejan que sean otros los que lleguen para obtener beneficio propio, y les parecen bien cualesquiera métodos utilizados.
Jugaban con una baza que los reprimidos no tuvieron en cuenta: la memoria es débil y se puede conseguir que desaparezca tras los velos de los años. Los reprimidos siempre pensaron que, una vez que los indeseables desaparecieran, tendrían justicia. Pero no contaron con la debilidad de la memoria. Los que lo pasaron mal, no querían contarlo.. Los que lo pasaron bien, sabían que lo mejor era contarlo y dar la sensación de que sólo cosas buenas pasaron, las malas no las contaron.
Cuando ya casi nadie recordaba el mal del pasado y cuando ya parecía que se había logrado un lugar justo, parecía el momento de enmendar todo el daño que se hiciera, o al menos reparar gran parte de él. Y en esta labor, uno de los hombres justos, considero que debía invertir su tiempo y esfuerzo, en una empresa noble y justa pensando que sería apoyado por el resto de personas justas que deberían considerar de igual modo que era su responsabilidad con su propia historia cerrar viejas heridas para poder continuar.
A pesar de parecer una empresa con la que todos debieran estar de acuerdo, aún quedaban algunos «garantes de aquellos tiempos» que pretendían continuar cono su actual estatus y no perder privilegios de ninguna clase en favor de nada, y estos tuvieron miedo, y estos hicieron valer su poder, y estos lograron lo que a otros ni se les podría ocurrir que fuera posible.
Parecía pues previsible cuando empezó a investigar esos antiguos crímenes, que sufriera algún tipo de represalia por parte de los que estaban temerosos de ser desposeídos de poder. Pero el hombre justo siguió, avanzó, peleó, y dio esperanzas a muchos, parecía que el momento había llegad. Nos creímos que pintamos algo en este teatrillo, algo más que simplemente poner dinero para que sigan viviendo de lujo algunos, algo más que para ver fútbol y tenernos entretenidos, algo más que ser simplemente un engranaje más del sistema por debajo de los que realmente lo manejan.
Al final, sucedió lo increíble. El hombre justo fue tachado de saltarse las leyes, de aprovecharse de su poder, no como los que le acusaron, que era todo lo contrario. Y una vez quitado de en medio, sigamos con el siguiente tema: ¿cuanto nos subimos el sueldo?
Si resultará que tienen razón los franceses y hay una compleja conspiración para que nuestros deportistas lo ganen todo y estemos contentos sin darnos cuenta de como nos dan por el culo a cada momento…
Yo que sé! ya no sabe uno ni que pensar!
Ya no sabe uno ni donde irse para que le roben menos. Para que no le tomen a uno por tonto. Para que tener libertad de expresión sirva de algo y no sólo para que nos dejen hablar como a los locos. Para que nuestro voto sirva de algo más de que papel de water. Para que nuestro esfuerzo y trabajo sirvan realmente de algo y no sólo para poder darnos una palmadita en la espalda, subirse ellos los sueldos y darse media vuelta murmurando «pringaos!»
Muchos pensarán: en que país vivimos?
Decir que vivimos en un «país», es mucho decir!!
Decir que «vivimos», es mucho decir!!
Por que el problema es que en realidad no sirve de nada cualquier cosa que podamos «decir»
Y en un país así, tener hombres justos no está bien visto y es peligroso para ellos. Sólo espero que esos hombres justos sigan pensando que merece la pena el esfuerzo y la lucha para conseguir que finalmente, el de la justicia no sea un lejano reino de un cuento de hadas.